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InfoRota, Historias Populares Roteñas: Prudente Arjona Lobato

Historias Populares Roteñas

Prudente es un amante de su localidad. Su afición, recoger en pequeños relatos la otra historia del pueblo donde nació y sus gentes.

Por: Prudente Arjona Lobato

El Sonido Del Silencio

Vista de los corrales de Rota en bajamar

Eran poco más de las 10 de la mañana cuando llegábamos al  malecón del Hotel Playa; algunos turistas madrugadores se entretenían oteando las conchitas que la marea había rechazado en la vaciante, mientras que otros jugaban sin pretensiones a la petanca con bolas de plásticos –seguramente cedidas por el departamento de animación del hotel- -¡Y ya empecé a percibir el silencio! - La pequeña ola que tenuemente se agitaba, como los flecos de un visillo; sutilmente flameando por la respiración entrecortada de una morbosa mirada, se difuminaba en la orilla, decreciendo considerablemente conforme avanzaba hacia Los Corrales Marinos - Al mismo tiempo, el rumor de la rompiente en los arrecifes -al fondo- se mantenía con notas decadentes, dando paso al pacífico conticinio que se adueñaba vertiginosamente a cada metro superado por la orilla.

Con pasos menudos cual ofidios, intentábamos mi mujer y yo, no hacer ruidos que despertara el letargo de un impertérrito silencio desafiante al viento del este y del oeste... El mutismo se reflejaba sobre el espejo dormido de una planicie de mercurio translúcidamente platino -donde horas antes, en el último crepúsculo, Antonio Pelota, el también último mariscaor de camarones,  había arrastrado trabajosamente la media luna de su red, para dar nombre y sabor a esas -casi extintas tortillitas de camarones de los Corrales de Rota-. ¡Fue ahí donde creímos comenzar a levitar!.  ¡No nos atrevíamos a hablar! - Y entre apagados susurros y  parsimoniosos gestos, nos transmitíamos y compartíamos la paz sobrecogida de algo inaudito: ¡Estábamos escuchando EL SONIDO DEL SILENCIO!; La estridencia de la insonoridad, que sólo los privilegiados... los que son capaces de controlar los impulsos y las emociones, pueden disfrutar en los mismos parámetros que si contemplara el Rayo Verde...

Vista de los corrales de Rota en bajamar

Casi "en volandas" y en total mudez, llegamos a la pared del primer Corral; ¡Una eclosión de violines acuosos nos dieron la bienvenida!; miles de manantiales brotaban de entre las milenarias piedras artesanalmente apiladas, escurriendo con la vaciante, el agua acumulada del recinto pesquero-marisquero...  y de nuevo surgieron distintos sonidos en acordes sigilosos...

¡De pronto; mi mujer y yo nos volvimos ante un ajetreo de sables, escudos y lanzas!, ¡Silbaban las saetas sobre nuestras cabezas y enmudecimos aún más que el silente respiro ritual de la flama que nos embargaba! ; -¿Qué ocurría ante tan estrepitosa pendencia?. ¡Casi nada!; El efluvio bienoliente de los aromas de la mar y de los pinos, se enfrentaban en sangrante desafío; intentando la supremacía de uno sobre el otro... El aroma de retamas y piñas verdes, armadas con dardos afilados de las coníferas hojas del pinar, arponeaban una y otra vez la fragancia salina desembarcada en los grisáceos cascajos de los Corrales.- ¡La batalla era cruenta!, pues la brisa yodada traída de mar adentro -armadas con arcos de gorgóneas  y flechas de espinas de erizos- repelían los embates de la odorífera fragancia del pinar, que se hacía fuerte en las arenas de las dunas playeras, donde habían excavados sus trincheras...

Vista de los pinares de Rota

¡Alto de una vez! -gritó encolerizada mi mujer- ¡Hágase la paz y el silencio, y que las fragancias, aromas y perfumes del mar y de los pinos, firmen el armisticio!...

-En ese momento, volvió a escucharse el silencio, y desde ese preciso instante, trazaron una línea imaginaria entre el filo de la orilla, y la orla de las dunas; donde cada olor, aroma, fragancia y perfume, establecieron -bien de mar, bien de pinos- sus dominios divididos...

Desde aquel día, mi mujer y yo, decidimos caminar por el campo neutral de los aromas en litigio; donde el silencio te musita al oído con olores de mar y pinos, de sal y retamas, de  erizos y piñas...

Vista de las dunas, playas de Rota

Cada bajamar, ella y yo, volvemos una y otra vez a contemplar, extasiados, quedo y contemplativos EL SONIDO DEL SILENCIO; donde la paz y el sosiego se funden en cada reflujo de marea...  y en donde la Puerta del Paraíso pretendemos encontrar alguna vez, disimulada quizás, en uno de los bostezos de esos Vientos Difíciles de Almudena Grandes, en la imaginación de las canciones "emponzoñadas" de Joaquín Sabina, en la narrativa inimitable de Felipe Benítez Reyes, o quien sabe, si en los agudos y riquísimos versos de Luis García Montero o Benjamín Prado, quienes la musa escondida tras las paredes de los Corrales juegan al esconder, con la inspiración diabólica del arte inmortal de los literatos inmortales...

Mientras tanto, EL SONIDO DEL SILENCIO permanece a la espera de que tú te decidas alguna vez a compartir con él, su estridente mutismo, en ese empíreo lugar; donde -puedes estar seguro- se adormece el Alma...

Prudente Arjona Lobato