La última meta de un ciclista

Sí, es verdad, mi hermano Montano consiguió llegar a la META el domingo pasado antes que nadie, aunque en esta ocasión no nos hubiese importado que llegara el último, que lo hubiese descolgado el pelotón, o incluso, que la bicicleta se rompiera, y no él...

Pero no fue así, el Director que organiza las carreras de nuestras vidas, dispone de la suficiente autoridad para trazar circuitos diferentes para cada cual con salidas y llegadas independientes, a veces para todo un pelotón al unísono... y el domingo, el Jefe creyó conveniente que mi hermano Montano entrara en solitario en la, Meta, la última META de su vida.

El consuelo de que “DIOS SE LLEVA ANTES A LO BUENOS” nos podría consolar, pero es que mi hermano Montano, no ha sido sólo un hombre bueno, él fue siempre EL MEJOR, la persona más cariñosa, desprendida, amorosa, solidaria, generosa, y contagiosa de paz. Mi hermano Montano se sentía feliz ayudando a los demás, y poniendo en práctica una frase (no mía) pero que he usado durante años para cerrar mis programas de radio o tv, y que decía: “Busquemos la felicidad haciendo felices a los demás”. No ha habido mejor hermano, mejor esposo, mejor padre, mejor vecino, mejor compañero de trabajo, mejor amigo, ni MEJOR EN TODO, que mi hermano Montano.

No solo porque me una la consanguinidad, o porque su juventud, fortaleza y preparación física provoque en nosotros un rechazo a lo que podríamos considerar como una injusta e incongruencia su muerte lo que me hace escribir esta carta, sino porque los valores humanos de Montano han de servirnos de ejemplo con su comportamiento humanitario tan poco habitual en esta materialista vida. Se que su familia y amigos íntimos no lo olvidaremos nunca, pero tampoco lo borraran de sus corazones todas aquellas personas que tuviera o no la suerte de conocerlo; su sonrisa abierta y perenne como espejo de su alma nos cautivó de por vida a todos. Buena prueba de ello ha sido el desvelo de sus compañeros desde el primer momento de la tragedia, el sin-vivir por devolverle a la vida con respiración boca a boca, masajes cardíacos y desesperación infinita ante la impotencia de ver que, a pesar de todo el esfuerzo y reacciones instintivas, los minutos pasaban y los estímulos no tenía respuesta en el cuerpo inconsciente de Montano que ya nunca más despertó. Montano era un gran deportista, que fue a la carrera sin ningún síntoma de molestias o indisposición que comentara, por lo que tenemos que desmentir rotundamente aquí ciertos comentarios que no se ajustan a la realidad.

Los compañeros y amigos permanecieron pendientes de un milagro en manos de los sanitarios que hicieron todo lo humano y profesionalmente posible por recuperarlo, no obstante, sus incondicionales amigos continuaron ahí, junto a él hasta su adiós final, a los que toda la familia estima y valora sinceramente por la fidelidad y solidaridad verdadera que solo los auténticos amigos saben demostrar.

Por eso patentizo con este sencillo homenaje su bello recuerdo por siempre jamás, que recojo con estas humildes líneas, la grandeza de un hombre que supo también, rodearse de fidedignos amigos de bien, como él, que nos alegró la vida y que nos perpetuará con su muerte.

Mi hermano Montano ha muerto y esta es una realidad irreversible, de lo que no culpo a nadie, no obstante, creo que, si en futuras pruebas se pudiera contar con más ambulancias, disponer incluso de un servicio de urgencia alerta que cubriera todo el recorrido, con helicóptero incluido que facilitara la rápida evacuación de los posibles heridos ante el vasto, dificultoso y amplio recorrido para vehículos terrestres, y teniendo en cuenta el número de participantes, los ciclistas correrían mas seguros y protegidos. En este apartado no puedo olvidar y si mucho que agradecer la labor profesional y entrañable de la Guardia Civil llevada a cabo durante la carrera y desde que se produjo el incidente y traslado al hospital de Sanlucar, y como no, su posterior colaboración durante el entierro, ordenando y facilitando la entrada y salida de los vehículo al cementerio local.

Quiera Dios, que la extrema generosidad de mi hermano Montano, cuyo caso vuelvo a decir que no culpo a nadie, sirva no obstante para hacer reflexionar a organizadores y estamentos, para que no se corran riesgos inútiles en la celebración de actividades deportivas, poniendo los medios necesarios que salvaguarden la integridad física de los deportistas.

Aprovecho para dar las gracias a cuantas personas y estamentos que nos han mostrado su condolencias en estos duros momentos que toda la familia, amigos y compañeros estamos padeciendo.

Querido e inolvidable hermano del alma, MONTANO, sigue pedaleando por siempre jamás, entre las nubes del infinito junto Al Padre Eterno. Descansa en paz.

Prudente Arjona Lobato,
D.N.I. 75.781.246-H
Rota, 29 de Mayo de 2013